Furtivo
Es ella quien baila al son de una cumbia mágica que parece transportarla de la cuadra más conocida del barrio al lugar más poético de la tierra. Su grupo de amigos le ve desde atrás mientras ella disfruta el repertorio que los artistas han preparado para la fiesta de cada mes.
Se le ha visto merodeando entre la multitud y saludando de vez en cuando a uno que otro conocido u admirador que dice conocerla. Pero no le interesa. Su prioridad es bailar. Sigue andando sola entre todos así le estén observando desde atrás o de cualquier otro lado.
Un Jean azul oscuro ceñido a su cuerpo deja ver una cadera aprobable y un trasero bastante voluminoso que compacta a la perfección con un top blanco que parece apretarle los senos. Las puntas de su cabello color castaño tocan su cintura. Pero es su piel trigueña quien embruja a cualquiera.
Son sus hombros los que se mueven lentamente de atrás hacia adelante uno después del otro indicando la pasión que despierta la cumbia que repica sobre la noche. Por entonces, un movimiento extraño pero cautivador se apodera de su cadera y sigue hasta sus tobillos compulsivamente y sin titubeo alguno. Sonríe, canta, se expresa, se siente libre mientras varias miradas cautivas se prolongan más allá de los detalles.
Mira hacia su alredor como si estuviese buscando algo y alcanza a ver un par de manos que le indican el camino para llegar a ese lugar. Le cuesta un poco atravesar la multitud pero llega. Ve que están fumando hierba y su antojo se nubla de deseo. No se aguanta y pide un poco. Se sienta a fumar sobre el andén y medita mientras el sonido de la cumbia tintinea en su cabeza. Se para de nuevo con el ánimo de bailar. Porta su sonrisa de siempre. Entra de nuevo a la multitud escabulléndose así de aquellas miradas que le hieren, hasta perderse por completo y desaparecer.